El pasado sábado celebramos el Burros Verdes de este singularísimo 2020, la edición número XIII, y aunque ha tocado esperar (este año no ha cambiado la hora mientras celebrábamos ya el tercer tiempo), por fin pudimos disfrutar de este rato de buena poesía, de debate y, sobre todo en estos tiempos, de encuentro donde poder compartir entre nosotros.
Es cierto que este año era on-line y que por ello no pudimos reencontrarnos como está mandando, a abrazo limpio, entre susurros en medio de las lecturas buscando complicidades o hablando sin tapujos en las puertas mientras fumamos. Sin embargo, por nuestra parte, nos reiteramos en el lujo que supone haber podido reencontrarnos disfrutando a la vez de un cigarro bien metiditos en la copita de casa.
Este lujo, con el reto técnico que conlleva, debemos agradecérselo especialmente a José Manuel Alfaro Márquez, por organizarlo y hacerlo posible, y a nuestros amigos de El circo lingüístico de Moscú, Jesús Albarrán Ligero, Juan Francisco M. Peligro y Vicky, por conducirlo magistralmente (¡Felicidades por vuestro burro y disculpad el atraco!).
Y aunque para eso estábamos, para celebrar el reencuentro y para entregar algún premio más que merecido, acabaron haciéndonos el lío y colándonos un burrito verde absolutamente inesperado también a nosotros. Mario Rodríguez, amigo íntimo, autor de la editorial y maestro en muchas cosas (si hay un premio bien dado, sin duda, es el tuyo), fue el encargado de hacernos la trampa y dedicarnos unas palabras que nos llenan de ánimo y de esperanza, y que no nos van a dejar de acompañar mientras Alud siga siendo, tomando tus palabras, una fuerza viva.
Este premio, que nos llena de compromiso y nos devuelve tantas fuerzas, tenemos que agradecérselo a muchos nombres concretos, pues no ocuparía un lugar tan especial en nuestra «Sagrada» familia si no fuese gracias a los autores que han confiado en nosotros, que nos han cedido la calidad de sus obras, la credibilidad de sus firmas, su apoyo y su consejo; sin Manuel Moya, Ignacio Vázquez Moliní, Fernando Pessoa, Isabel Huete, Ángeles Mora Álvarez, Jesus Zomeño, Mario Rodríguez García, Charles Baudelaire ni Fernando Évora… sin ellos no habría burrito que ponerle al Belén.
Pero no sólo a ellos, también tenemos que compartirlo y agradecérselo a muchos más: a Juan Linde, nuestro impresor de «alta fidelidad», y a Eli, nuestra gestora siempre alerta y dispuesta, porque sin ellos tal vez Alud no hubiese aguantado la COVID. Y también a Sofía Sánchez, por su Torbellino editorial y humano, a Javier Armona y Francisca Alfonso, pilotos de la editorial amiga El libro feroz, a Rafa Pérez, a Iván «Appu» Vergara de la Editorial Ultramarina, y a tantos otros compañeros editores que tantas veces nos han salvado de perder la cabeza y que siempre han sido nuestros auténticos maestros. Y aún quedarían muchos nombres para ser justos con los agradecimientos, pero en algún momento hay que acabar este post…
Así que gracias a todos los que nos han echado una mano y han ayudado a que este Alud pueda seguir su camino ladera abajo, y, si has llegado hasta aquí, gracias a ti por tu interés y tu tiempo pero, si te sobra un poco más, ¡aprovecha y disfruta del evento que lo tienes resubido en el link de abajo!
