Sinopsis
El gallo chino, segunda de las novelas de Fernando Évora, es la deliciosa historia no exenta de tragedias personales y momentos excepcionales que incitan a la hilaridad y a la reflexión, en la que se mezclan grandes y humildes esperanzas, con no pocas decepciones, en una atmósfera donde a veces se anudan lo tierno y lo grotesco, pero El gallo chino es también una visión de la Iberia profunda, la descripción tierna y a la vez desolada de un lugar alejado de todos los mapas, donde se ha asentado la pobreza y el olvido y en el que cada personaje -y esta es una novela de extraordinarios, inolvidables personajes- trata de agotar sus propias esperanzas, aunque sea a costa de los otros. Una novela extraordinaria que sin duda causará honda huella en el lector.
Sinopsis
Ante la inminente llegada de los falangistas a un pequeño pueblo andaluz, son muchos los que deciden huir y ponerse a salvo. Unos toman hacia el Norte, buscando una salida y otros se esconden como pueden y donde pueden. Esto último es lo que ocurre con siete jóvenes que deciden encerrarse en una cueva cercana a la localidad a la espera de que la guerra pase y puedan regresar a sus ocupaciones. La enfermedad y muerte de uno de ellos los hará tomar una decisión: o abandonar el cadáver para que se lo coman las alimañas o conducirlo hasta el pueblo, para que sea enterrado por sus familiares, en lo que parece curiosamente una actualización de Antígona. La decisión no es sencilla, y sea cual sea ésta, tendrá sus consecuencias. Novela inspirada en hechos reales ocurridos durante la Guerra Civil Española, obtuvo una magnífica recepción crítica y editorial cuando apareció en 2006.
Sinopsis
En una larga sobremesa en el restaurante del Grémio Literário, el histórico club de Lisboa, un viejo camarero recuerda lo que una vez le contara un anciano mexicano. Fue en la noche revolucionaria del 25 de Abril de 1974. El que fuera consejero de la legación mexicana en el Portugal de los años treinta y cuarenta, rememora el auge del fascismo, el inicio de la guerra civil española, la muerte del general Sanjurjo, la soledad del embajador Sánchez Albornoz y las maniobras de Nicolás Franco. Recuerda también su propio papel en la protección de los refugiados republicanos, desde campesinos, obreros y milicianos hasta el poeta Miguel Hernández, llevado a cabo con la ayuda de una red clandestina y de otros diplomáticos como Gabriela Mistral, cónsul de Chile. Las tensiones con el gobierno portugués fueron constantes. En un ambiente de intrigas cosmopolitas, la amenaza de una invasión española, las presiones del Eje para que Portugal entrara en la guerra mundial, además de las de los británicos para que mantuviese su neutralidad, fueron el caldo de cultivo de un extraño grupúsculo, formado por periodistas, policías y artistas, que buscaba refundar la nación, tal vez en algún lugar de Ultramar.
Editorial independiente especializada en prosa